20 Feb

(La revista mantiene en reserva la identidad del columnista. No necesariamente sus comentarios coinciden con la línea editorial de la revista ni con APUNSAM. Los nombres y personajes y esta columna son absolutamente ficticios).

Lo que falla es la inmersión…

No serían más de las tres de la tarde en que me paré a mirar cómo están arreglando el vagón de tren en el Campus mientras uno de los teros que vive al lado del Labocluster me semblanteaba a grito pelado. En eso lo veo pasar a Carlos, viejo amigo de cuando estábamos en San Lorenzo pasar caminando con una bolsa:

-¡Hola Carlos! ¿¡cómo va tanto tiempo!?

-Hola Estanislao! ¿¡Cómo anda?!

- ¡Bien muchacho! ¿y vos? ¿Qué estás haciendo por acá con este calor?

-Vengo de la casita, fui a buscar los útiles para mis nenes que empiezan la primaria – me contestó.

-¿¡Si, viste que buenos que están!? ¡La calidad de todos los materiales! ¡Inmejorable!-Si – me respondió- yo antes nunca los había ido a buscar, pero ahora…con todo esto…

-Si - le dije – con dos meses de inflación ya sumamos casi un 50% y sin paritarias, ya perdimos la mitad del poder adquisitivo de nuestro sueldo…yo no se donde va a terminar esto…

-Es que es la de siempre – me respondió – la derecha no tiene experiencia de trabajo ni de pobreza, entonces “no la ven” no se imaginan como es la vida de un trabajador, ni que tiene que pagar el transporte la comida, etc. 

- Si -le respondí- hoy se habla mucho de “inclusión”, pero nada de “inmersión”, es decir de la inclusión de las clases altas en la vida de las villas, los barrios, los comedores, etc. ni se imaginan lo que es vivir en cualquier villa del Conurbano...

- Si muy loco todo, encima esa constante referencia a o sobrenatural, a lo religioso, a que las fuerzas del cielo esto o aquello, no recuerdo otra época de la Argentina donde se hablara tanto de las profecías de Parravicini, se mencionaban en la asunción y listo, cada cual a lo suyo…

Charlamos un rato más con Carlos y lo paré a Jorge para que me llevar a en el colectivo hasta el aulario y mientras iba sentado recordé a Karl Popper y como luchó contra el Historicismo, que es esa manía de los gobernantes de querer hacernos creer que son los elegidos por los dioses para llevarnos a un destino de gloria infinita como país, raza, nación o lo que sea que se les ocurra en sus delirios mesianicos. 

También recordé la cantidad de jóvenes que cegados por esas ideas, en el siglo pasado, dieron su vida    por el partido, el estado o el reich. También una de las verdades del peronismo: “El peronismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes, pero no mártires” y no pude dejar de comparar eso con los chicos y chicas de Apunsam, que todos los días construyen nuestro bienestar con cosas concretas no tan celestiales como entregar útiles, conseguir los concursos no docentes, reglamentar la carrera, o abrir centros para veranear. En fin, parece que ir de a poco, con pasos cortos pero firmes, es lo que construye una nación…aunque por el momento…haya viento en contra…

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